El nuevo Estado, de igual manera
que la República, confió en la escuela como el instrumento idóneo para formar a
los futuros ciudadanos, en su ideología del nacional catolicismo.
En 1938 la directora,
Esperanza Vicente Manzano, organizó una suscripción popular para comprar 22
unidades de crucifijos, retratos de Franco y oleografías de la Inmaculada para
sus aulas y el ayuntamiento compró al Frente de Juventudes libros de “Lección
del Espíritu Nacional” o “Lecturas Patrióticas”. Se establecía el mes de mayo
como el “mes de María o de las Flores”, un cura de la parroquia o el capellán
de Santa Clara daba clases de religión y los profesores estaban obligados a
acompañar a los alumnos a la Parroquia para las celebraciones religiosas.
En 1942 se concedió
al Frente de Juventudesel uso de un aula y
del frontón anexo de la escuela (la tejavana) en horas libres para “realizar ciertas
instrucciones de enseñanza premilitar” en los niños de la Legión Juvenil, que
desfilaban por las calles de la Villa, unos vestidos de falangistas y otros de
requetés, con fusiles de madera.
Todavía en la década
de los 60 a la entrada de clase, formados brazo en alto, se saludaba a la
bandera nacional cantando himnos de la falange.
Igualmente, para ocupar
plazas vacantes de los funcionarios expulsados, se ofreció a familiares de
“patriotas” asesinados o muertos en combate, como fue el caso de Felisa Astorga
Bayo, que ocupó el puesto de conserje de la escuela Maestro Zubeldia desde 1940
hasta 1965.
También se decretó cambiarle su
nombre por el de Vázquez Mella, un personaje político reaccionario, todo un
referente en el ámbito tradicionalista, aunque se siguió llamando popularmente
Maestro Zubeldia hasta que en 1964 el ayuntamiento recuperó oficialmente su
nombre.