Si las entrañas del cerro habían jugado una mala pasada a la economía municipal, no lo fue menos el tener que indemnizar al Estado Español – Ramo del Ejército por el edificio del fuerte del que, como vimos en entradas anteriores, el Ayuntamiento había pagado la ampliación de 1884 y las reformas de 1914. También había puesto sus terrenos comunales“que había adquirido la Villa en 11-6-1370 por consecuencia del privilegio que para la fundación de la misma otorgó Dª María…”.
Esta circunstancia la quisieron hacer resaltar mediante un acuerdo municipal del 15-9-1953, antes de formalizar y otorgar contrato escriturado, señalando, “que debe de haber un error de apreciación por parte del Ramo de la Guerra sobre la propiedad de los terrenos que ocupaba el fuerte, pues según los datos del registro y otros antecedentes, dichos terrenos SON DE PROPIEDAD MUNICIPAL.”.
“Por lo tanto la oferta de Ramo de la Guerra, debe referirse exclusivamente como precio o indemnización, por el edificio e instalaciones del Fuerte de San Roque”.
“Se debe aclarar ya que nos vemos en la imposibilidad de comprar unos terrenos que son de nuestra propiedad”.
De nada valió la tímida reclamación, ya que el Estado había inscrito a su nombre la finca nº 694 desde el 7-6-1900, con una superficie de 2.080 m2, alegando “que lo adquirió por haberse construido el fuerte en terrenos del común de Portugalete para la defensa de dicha Villa con motivo de la guerra civil carlista”.
Así que, el 18-12-1953 se formalizó la Escritura de Compraventa, cediendo o vendiendo“todos los derechos, usos y servidumbres que pudieran corresponder al Estado Español – Ramo del Ejército. El precio de enajenación fue de 233.600 ptas., pagando al momento un primer plazo de 77.866,66, quedando el resto pendiente a pagar en dos pagos iguales de 77.866,67 sin intereses, el 1-7-1954 y el 1-7-1955.
En las notas del Registro de la Propiedad figuran las fincas nº 31 de 25.900 m2 correspondientes a los terrenos correspondientes a la fundación de la Villa (1-3-1865), y la finca nº 694 de 2.080 m2, con un edificio para mástil y pabellones de oficiales y accesorios de 674 m2 y un pequeño repuesto de municiones de 21 m2. (7-6-1900).
Así que al precio del depósito hubo que sumarle estas 233.600 ptas. y 132.184,15 ptas. por la dirección de obra, que no se había tenido en cuenta en el presupuesto inicial.
Pasaron los años y las construcciones fueron cercando el depósito y sobrepasando su cota, así que poco a poco fue perdiendo utilidad, quedando olvidado tras la llegada de las aguas provenientes del Consorcio de Aguas.
Allí estuvo abandonado a su suerte hasta que en 1987, el arquitecto Alberto López Fernández proyectara el Palacio de Deportes del Monte San Roque. Constaba de una pista central y sobre ella una cúpula de cobre que al oxidarse adquiriría el característico tono verde con la clara intención de recuperar formalmente el Monte San Roque que había sido desmochado
primero por los fuertes y luego por el depósito. Se pensó en 4.000 espectadores sentados, una pista de 200 m de cuerda, otra de velocidad y vallas, así como otros espacios para saltos y lanzamientos de peso. El aforo podía subir a 6.600 si las instalaciones eran utilizadas para competiciones de balonmano, baloncesto, tenis o voleibol. También se le dotaba de un parking subterráneo de 375 plazas.
El polideportivo quedó aparcado y en 1999 se proyectó el Parque de San Roque por parte de los arquitectos García de la Torre, que fue inaugurado en 2002. Según nos cuenta María del Mar Domingo en el librito “Repelega en el siglo XX”, del que también hemos entresacado los datos del proyecto del polideportivo, se pensó en dos áreas bien diferenciadas. De un lado, una plaza, ocupando el antiguo depósito con un kiosco, una pérgola, zona de juegos infantiles, cafetería, un estanque ligado a un fragmento del antiguo depósito y una torre de reloj unida a un mirador con vistas al Abra. De otro, un parque, ajustándose a las laderas del monte.
¡Qué oportunidad para haber construido una ermita de San Roque, de fuste, en el lugar originario!
El proyecto no se ejecutó tal y como fue planteado. Se derribaron totalmente los muros del depósito, no realizándose el mirador y su rampa de acceso. Bajo este conjunto urbano se dispuso un parking subterráneo de 397 plazas que palió, en parte, las necesidades de aparcamiento en la zona. La plaza fue bautizada con el nombre del pintor asturiano Darío de Regoyos que fue vecino de la Villa y entre sus obras cuenta con varias estampas portugalujas. Inicialmente no contaba con ninguna zona de sombra completa, hecho que ha sido subsanado cubriendo la pérgola. Siguiendo la maldición de gastos extraordinarios a cargo del municipio, el cerro “obligó” al Ayuntamiento a hacerse cargo de las reparaciones de humedades por filtraciones en los garajes, como responsable subsidiario, al haberse declarado en “concurso de acreedores” la empresa constructora ORMAK EGIN. El Ayuntamiento tuvo que adelantar en 2015 los 772.000 € de las impermeabilizaciones y reparaciones. (Deia 23-9-2015).