En la última tertulia del mareómetro de los primeros lunes de mes, que tuvo lugar donde Mari la Churrera, en lugar de su sitio habitual que es donde Polvorilla, Javier Borreguero, que era la primera vez que asistía, relató una anécdota que creo que es curiosa de recoger.
Se sitúa en 1556 cuando el Emperador Carlos I, tras abdicar el trono en su hijo a causa de sus dolencia de gota, deja los Países Bajos y viaja a España camino de su retiro definitivo en el monasterio de Yuste, desembarcando en Laredo el 28 de setiembre, fecha que esta ciudad conmemora todos los años con una fiesta y mercado medieval.
Aquí su alimentación fue bien estudiada por sus consejeros y buscando buenos vinos que coincidiesen con los gustos del germano emperador, eligieron los de la costa cantábrica entre los que destacaban el txakoli de Portugalete.
De este tema que aparece en el libro Vinos de Navarra y País Vasco de Ediciones Susaeta, no tenemos más información. Podemos pensar que dado sus problemas de gota, y su buen gusto, el caldo “de los viñedos de Portugalete” no faltaría en su mesa.
Las últimas investigaciones realizadas sobre su momia confirman su enfermedad de gota pero no el consumo del txakolí jarrillero.
Habrá que seguir investigando antes de que alguien le adjudique el título del primer jarrillero real.
Publicado el 8 de marzo de 2012