
Muchos son los rincones de nuestra Villa que poseen su propia historia. Una historia diminuta, tan sólo conocida por los habitantes de una calle o un barrio, que pasa desapercibida para el resto. Pero Historia portugaluja al fin y al cabo.
Un buen ejemplo lo
tenemos en el pequeño kiosco que hasta hace muy poco se levantaba al final de
las casas del Grupo El Progreso. Los datos que siguen me han sido facilitados
por Santos y Rosario (ella nacida en El Progreso, él nacido en Villa Nueva), matrimonio
que son memoria viva de la historia del barrio, y a quienes siempre acudo para
recabar información sobre este rincón de Portugalete. Vaya a ellos mi
agradecimiento.
Los antecedentes de
nuestro desaparecido kiosco los encontramos en Isabel Ruiz, natural del barrio
de Arnabal, perteneciente a El Regato (Baracaldo), quien después de la muerte
en la guerra civil de su marido, Manuel Orte (natural de Zaragoza, y por ello
apodado “el maño”), se hizo cargo en los años 40 de un diminuto kiosco
(que en tamaño asemejaba a un puesto de la ONCE), hoy desaparecido, situado en
la parte trasera del n.º 8 de El Progreso.
Mientras tanto, entre
1950 y 1955 nuestro humilde kiosco (el “protagonista” de nuestra historia) era
regentado por Amparo, y luego por su hija, conocida en el barrio como “Amparito”,
quien tenían allí una tienda de ultramarinos. En 1955 esta dejó el negocio,
permaneciendo el pequeño local unos años cerrado. Una vez que la diminuta
caseta del n.º 8 desapareció debido a un incendio, Isabel Ruiz pasó, hacia 1966
(fecha aproximada), a nuestro kiosco, el cual siguió siendo usado como tienda
de ultramarinos. Huelga decir que este local se construyó junto con el resto de
la barriada, por lo que databa de 1931, y pertenecía a la Cooperativa El
Progreso, a la cual Isabel alquiló el dicho local.
Dos años después, en
1968, se encargó de regentarlo su hija Agustina Orte Ruiz, casada con Narciso
Lobato. En 2003 cogió el testigo la hija de ambos, Fabiola Lobato Orte (por
tanto nieta de Isabel), quien ya lo dedicó a puesto de venta de prensa y
golosinas. Fabiola cerró definitivamente el puesto hacia 2005. El kiosquito vio
acabar sus días el 21 de noviembre de 2023, cuando fue derribado (casualmente
le hice la foto superior, en julio de 2023, tan sólo cuatro meses antes de su
desaparición).
Aquí terminó la
pequeña pero entrañable historia de este humilde puesto, que formó parte de la
vida diaria de los vecinos del Progreso desde 1931. Poco a poco se nos van
yendo estos pedacitos de historia (como relatamos con el kiosco de la calle
Axular, ¿se acuerdan?). Merece la pena echarles un melancólico vistazo y
guardar en nuestro corazón un merecido recuerdo.
Aitor González Gato